Roja y Nathan llegan a 

UN HATO LLANERO

Necesitaban descanso. Las corocoras se detuvieron en una talanquera y le advirtieron la llegada a un hato. A un hato llanero.

—¿Qué es un hato? —Preguntó el koala, sorprendido.

—Cualquiera le dirá que es una finca con mucho ganado, pero no. El hato es mucho más que eso — respondió Roja un poco preocupada—. El hato lo es todo para el llanero. El llanero creció en los hatos y en ellos aprendió a venerar, atender y trajinar la tierra y a sentirla como suya, aunque sea de otros. Aprendió a querer al caballo y a manejar el ganado. Por eso el hato no es solo una finca. No hace referencia al territorio, sino a una organización que le da identidad al llanero, que representa la tierra, la sociedad y sus finanzas. Pero lo más importante es que el hato es identidad cultural y en él experimenta y despliega las destrezas que lo engríen y definen. Es el espíritu de sus ancestros y el mañana de su descendencia. Y pese a que ha cambiado mucho debido a la modernidad, el llanero criollo se resiste a abandonar sus tradiciones.   

—¿Entonces el hato es una estructura agraria y económica, pero a su vez es un espacio laboral y cultural?

—¡Correcto! Es un modo de vida, un conjunto de relaciones mutuas donde se entretejen las faenas, el entorno físico y la cotidianidad con la tierra, la ganadería, los caballos, etc., y que incluso llega a hacerse parte del retiro y el recogimiento y todas esas características germinan el universo único y propio del llanero. El hato mismo es la cultura del llanero.

—No entiendo lo de la soledad. ¿Se sienten solos en medio de tanta gente?

—El llanero disfruta andar solo con su caballo por las extensas sabanas, escuchar el canto de las aves y el ruido de las palmas.  La llanura es tan extensa que es un espacio alejado de la civilización. Además de eso, cuando se hacen los trabajos de llano, de los cuales te hablaré más adelante, un grupo de llaneros se encierra en cada finca lejos de su familia y amigos, por algunos meses. ¿Quiere entrar y conocer todo el hato? —preguntó Roja emocionada porque sabía que dentro hallaría comida —.

—¡Me encantaría! Pero debemos pedir permiso.

—Podemos entrar. En el llano siempre será bienvenido."Es una ley del llanero darle la mano al que llega". No sé quién dijo eso, pero no sólo le dan la mano, también te dan comida, bebida y todo lo que tengan "puay". 

 

Las demás corocoras y todos los animales que empezaron a acercarse para ver a aquel koala tan extraño, estallaron en risas y algarabía, y especulaban mientras Roja y Nathan ingresaban.

—Es un primo de un oso hormiguero— decían—. ¡No! parece un perezoso, camina lento. 

Y así, los siguieron de cerca oliendo y ojeando a ese extraño animal. 

No te pierdas las aventuras de Nathan el koala. Mira, Nathan sigue explorando el hato llanero:

Antes de pasar la talanquera, el koala giró hacia atrás y pudo comprobar el silencio de la brisa navegando el horizonte en el cual no encontró que chocara su mirada. 

 

 

 

 

 

—Llanuralandia no tiene límites —pensó—.

 

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